Estuve predicando una serie de encuentros en una iglesia en el Sur de California. Un domingo por la mañana en el momento de la ofrenda, un caballero de edad mayor se acercó al pulpito y lideró la oración. Fue una oración fina y ofrecida en fe. Pero luego, note algo.

El siguió y siguió, aun cuando ya había finalizado la oración. Siguió hablando. Y luego me llego. El hombre no podía recordar cómo finalizar la oración. Rodeaba el aeropuerto por no poder recordar cómo aterrizar.

Finalmente, finalizó su oración de la misma forma que tú y yo terminaríamos una visita: “Gracias. Lo disfrute mucho, adiós”

Nada en las escrituras nos instruye sobre cómo finalizar una oración. Ni siquiera dice que tenemos que hacerlo.

Cuando era un niño caminando por Virginia hacia la escuela, a menudo oraba suavemente. Y no recuerdo decir un “amén” final para cerrar la oración. La imagen de cuando me alejo del celular todo el día para poder hablar con el señor cada vez que se me antojara me venía a la mente. Aun sabiendo que no tenía teléfono y que probablemente mi primera conversación nunca fue a través de uno.

“Ora sin cesar” dijo Pablo en 1 Tesalonicenses 5:17

Podemos hablarle al señor todo el día, y deberíamos. Fragmentos de oraciones aquí y allá, y visitas más largas si somos capaces. Me gusta arrodillarme en la habitación, aunque sea por 30 segundos.

Acostarme en la cama, en medio de la noche, sin poder dormir y hablarle al señor, a veces levanto mis manos al techo, así como alcanzando al señor.

Ora del modo que lo haces, tan a menudo como puedas y hazlo de la forma más real posible. Concluye tu oración de la forma que desees o no lo hagas.

Hasta en la escena final de “Blue Bloods”, nuestro programa favorito de televisión, mientras la familia Reagan se sienta en la mesa para comer juntos, y alguien dice “La bendición”, siempre terminan con un “amén”.

“Amén” es la señal de que la oración ha terminado.

Así es como lo hacemos en la iglesia y es como lo hacemos de forma individual.

Podemos decir también “¡Adelante!”

¿Hay algo malo en finalizar una oración con un “amen”? Seguramente no, aunque es innecesario.

Originalmente el “amén” tenía la fuerza de lo “verdadero”, según la traducción de la biblia moderna, entonces, cuando Jesús dijo “En verdad, en verdad te digo” estos días lo leemos como “Verdaderamente te digo”. La palabra en griego es “amén”. Literalmente.

Noten como el Señor usa la palabra. Él dijo “amén” al principio de sus palabras, no al final como lo hacemos nosotros. Él lo imitó. Y lo dijo en sus propias palabras, no en las palabras de alguien más (refiriéndose a la forma en la que podemos decir “amén” a alguien por haber dicho algo profundo)

No podemos cambiar la fórmula que recibimos en la oración del Señor “Porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria por siempre. Amén.”