Hace unos días platicando con una amiga que está pasando por una etapa de dificultades e incertidumbres tanto profesionales como espirituales llegamos al punto de concluir que no importa cuánto hagamos, cuanto esfuerzo pongamos, o cuantas piedras movamos al final del día nuestro esfuerzo, por muy bueno que sea, es limitado. Desde luego, claro está que, como cristianos, estamos llamados a como dice el libro de Colosenses 3:23 a  que “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo.” En aquel momento me di cuenta que nuestro apoyo y cooperación solo pueden ayudar hasta cierto punto pero afortunadamente nuestra fe y nuestra oración no tienen ni restricciones ni mucho menos límites. Muy por el contrario, estos elementos son nuestros mejores instrumentos para complementar nuestras acciones de apoyo y cooperación en buena fe y amor hacia nuestro prójimo en todos lados y en todo momento.

Al terminar la plática con mi amiga ofrecí hacer una oración por sus circunstancias y vaya que el sentimiento de paz, sosiego, y armonía que sentí al terminar la oración fue espectacular. Aunque me es difícil de describir exactamente aquel momento, me siento alentado y convencido de que no importan las circunstancias ni la magnitud de los terremotos que tengamos que soportar, acercarnos a Dios en oración siempre vale la pena.

Viendo los hechos ocurridos en los últimos meses con los huracanes que han devastado islas enteras en el Caribe y que han inundado ciudades en Estados Unidos, así como los terremotos que han sacudido a Guatemala y México, he decidido actuar escribiendo una oración ya que no me es posible  ayudar de otra manera en lugares a los que no puedo llegar. Escribir mis oraciones es un ejercicio que me ha ayudado a ser más diligente en mi comunión diaria con Dios, en otras palabras, es como si le escribiera una carta a Dios. Una disciplina que creo nos ayuda a todos a contagiarnos de esperanza y de fe en estos momentos difíciles de incertidumbre.

Eterno Dio y Padre bueno en este momento vengo ante tu presencia en humildad con un corazón cargado por ver las imágenes y escuchar los testimonios de nuestros hermanos en los países afectados por las recientes catástrofes naturales. Sé que jamás podre llegar a conocer en persona a muchos de mis hermanos y hermanas que en estos momentos lloran por la destrucción de sus hogares o las heridas causadas por los escombros. Pero si puedo unirme a ellos en oración. Si puedo llorar con los que lloran y si puedo interceder por ellos en este momento. Solo tu mi Dios eres poderoso para sanar cualquier herida tanto física como espiritual. Solo tu Dios puedes restaurar vidas, y solo tu Dios puedes brindar paz en medio de la tormenta. Padre, yo sé que tu vez el sufrimiento y las lágrimas de las madres en duelo, tu vez a los hermanos desesperados por encontrar a sus familiares en medio de los escombros por lo que te ruego que no haya ni una sola lágrima que sea derramada en vano. Padre Celestial, te doy gracias por todos los actos de caridad y  por la solidaridad que hemos visto por parte de incontables personas que han dado de su tiempo, sus fuerzas y de sus recursos para llevar ayuda a quienes la necesitan. Padre, en tus manos encomiendo sus caminos, y ruego que multipliques sus fuerzas y sobre todo su fe para que puedan reflejar tu presencia y brillar tu luz aun en los momentos más oscuros y en los rincones más profundos. Estoy convencido que todas estas personas llevan de una u otra manera tu bendición y que de una u otra manera plantan semillas de fe, esperanza y amor. Ruego mi Dios que germines estas semillas y que pronto florezcan bosques en los corazones de todos tus hijos. Padre, por sobre todas las cosas te ruego que construyas sendas en la vida de cada persona que hoy no puede ver más allá de un muro o un hogar derribado. Es cierto, que eso duele y es cierto que es en medio de la tormenta cuando más nos cuesta hacer una oración, pero Señor, es a través de la oración que podemos encontrar paz. Y en todo momento sin importar la circunstancia una oración siempre vale la pena, puesto que es la oración la puerta por la cual pasamos hacia tu presencia. Por favor mi Dios trae sanidad a todos los pueblos. Sana nuestra tierra y llénala de tu presencia. Establece tu reino aquí y hágase tu voluntad en la tierra así como en el cielo. En el Santo nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, levanto esta oración en fe y en amor sabiendo que tú escuchas nuestras palabras y tú respondes en milagros, en paz, y en redención, así de grande es tu amor y así de sublime tu gracia para con nosotros. Gracias por escuchar mi oración mi Dios. Amén”     

En medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones. – Apocalipsis 2:22

Éste artículo es solo una pequeña parte de nuestros muchos recursos sobre la oración recompilados para darte aliento e inspiración cuando pases por momentos difíciles en tu vida. Puedes visitar la sección de “oraciones populares” si alguna vez tienes duda de cómo hacer una oración. Recuerda que el Espíritu Santo intercede por nosotros y que Dios conoce nuestros corazones aun cuando no podamos encontrar las palabras correctas para comunicarnos con Él.