“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.” Filipenses 4:8

 

El nuevo y resplandeciente año está a la espera, lleno de potencial y promesas, y aun así, en lo profundo de mi alma, siento desanimo. ¿Qué le ocurrió a esa sensación de que todo es posible? ¿Qué le ocurrió a las metas, esperanza y motivación?

 

Creo que las tristezas de invierno son completamente normales. El invierno trae climas más fríos, menos luz del día y un largo trecho en el que las únicas festividades (el día de la marmota, el día del presidente, etc.) no son causadas por el mismo tipo de celebración que ocurre en diciembre. Así que, ¿cómo superamos esto? ¿Cómo causamos un cambio real en nuestras actitudes y nuestros espíritus?

 

Pide ayuda a Dios. Acudir a Dios primero es siempre el mejor enfoque. Está bien orar por nosotros mismos. Así como se supone que nosotros debemos colocarnos nuestras máscaras de oxígeno en una emergencia dentro del avión antes de ayudar a la persona a nuestro lado, no podemos ignorar nuestras necesidades ahora. Cada mañana, pide a Dios que reviva tu espíritu y que suavice tu corazón.

 

Rodéate a ti misma de personas que te hacen sentir bien. Tu instinto puede ser alejarte de personas. He descubierto que la mejor sanación se da cuando paso tiempo con personas que me entienden. Amigos que admiran mi astucia, familia que me acepta de forma incondicional y mentores espirituales. Los momentos de mayor beneficio son aquellos que no tratan de “algo” en específico, sino los que se pasan sonriendo y hablando acerca de las cosas pequeñas de nuestras vidas.

 

Presta atención a lo que alimenta tu mente. Así como comer comida chatarra te hace sentir letargo e incomodidad (no culpa implicada –lo hago todo el tiempo), no nos sentiremos saludables mientras alimentemos a nuestra mente de basura. No digo que no puedas ver una película sin sentido o escuchar música popular. Pero cuando estés mal, te sentirás mejor si llenas tu mente de cosas buenas. Lee la biblia, comienza un nuevo estudio bíblico, lee lentamente un libro de inspiración (de ficción o real), escucha música de alabanza, escribe en tu diario de gratitud o aprende algo nuevo.

 

Haz algo por alguien más. Hay un momento para recargar o sanar nuestras heridas y hacernos más fuertes. Pero no hay nada que sobrepase el sentimiento de ayudar a otra persona. Quizás en la forma de un regalo financiero (incluso uno pequeño), pero es más probable que estés rejuvenecida al donar tu misma. Detente a ver a ese familiar en la casa de cuidados. Visita a ese amigo de la iglesia que se recupera de una cirugía. Invita a una madre abrumada a almorzar. Haz un camino para ese vecino mayor. Limpia el auto de tu esposa. Escribe una nota a alguien que se siente solo. Hay incontables formas de mejorar el día de alguien más en cuestión de minutos. Cuando dejas a alguien saber que no están solos, tú, también obtienes placer de la compañía de alguien.

 

¿Oras conmigo?

 

Señor, necesito tu ayuda. Hay necesidades mayores y más críticas, pero para poder cumplir con el rol que me has dado, necesito estar emocionalmente saludable. Gracias por las personas que me aman, que me hacen sentir mejor solo por estar conmigo. Ayúdame a encontrar tiempo para estar con aquellos que hagan cantar a mi alma y gracias por la sanación y disfrute que eso me trae. Dame sabiduría acerca de lo que consumo mental y emocionalmente, y ayúdame a tomar decisiones sabias para mi salud. Ayúdame a dejar ir ese letargo físico y mental que me hace sentir mal, y ayúdame a deleitarme en las pequeñas cosas y a encontrar alegría en las cosas que hago. Pero no me detengas ahí. Muéstrame dónde más puedo ayudar a traer alegría –llévame hacia las personas, cuyas vidas puedo mejorar de pequeñas formas. Úsame, Señor, porque ahí es donde encuentro disfrute constante, cuando vivo por tu propósito. Y a través de todo, ayúdame a verte, a acudir a ti, a apoyarme en ti y a agradecerte. Porque eres el dador de vida, la esperanza de la eternidad y el autor de la alegría. Amen.

 

Nota del editor: Contenido tomado de “6 formas de combatir la tristeza de invierno” por Kelly O’Dell Stanley. Puedes leer el artículo completo aquí. Todos los derechos reservados