Una oración para pedir paciencia mientras esperas en el Señor

Una de las versiones de Santiago 5:8 no dice que “fortalezcamos nuestros corazones”. La palabra griega para la fortaleza es sterixo, que significa a su vez hacer espacio o estabilidad firmemente. El corazón es el centro de nuestro ser. La palabra de Dios debe ser la base firme del corazón de nuestras almas. Cuando lo es, esta perspectiva nos hace ser pacientes. Un compromiso de leer la escritura es la prioridad más alta para alcanzar una funcionalidad espiritual saludable.

No podemos esperar tener el don espiritual de la paciencia cuando no hemos trabajado la palabra de Dios en nuestra mente. No puedo correr un maratón luego de sentarme en el sofá y comer helado por dos años. Tampoco puedo experimentar la paz y perspectiva que viene de conocer a Dios sin buscarlo de forma activa.

Aunque mi esposo y yo hemos estado casados por más de una década, aún aprendemos cosas nuevas el uno del otro. Cada intento que hacemos para crecer más cercanos a Dios y a los demás ayuda a nuestro matrimonio a fortalecerse. Mis padres han sido parte de mi vida entera y aun así sigo aprendiendo su propia historia, y comparto un nivel de perspectiva diferente. De igual forma, conocer el carácter de Dios fortalece nuestros estándares.

Cuando se requiere esperar pacientemente nuestra reacción inmediata puede ser buscar algo que ver o encerrarnos en la búsqueda de una solución más allá de nuestro alcance de visión. Podemos encontrarnos a nosotros mismos tratando de señalar la causa, o echar la culpa, por un periodo de silencio que Dios ha asignado. Santiago 5:9 dice: “Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis juzgados; mirad, el Juez está a las puertas.”

La palabra “isstenazo”, en griego significa suspiro o gruñido. Descargar nuestra rabia sobre otras personas, o incluso sobre nosotros mismos, no va a acelerar el tiempo de Dios o a cambiar su propósito para nuestros días... o vidas. Por el contrario, podría alejarnos de disfrutar montones de bendiciones a lo largo del camino. A veces, simplemente se nos llama a sentarnos tranquilos en Su presencia. En cambio, silenciamos las respuestas de Dios y le damos volumen a la multitud que nos rodea.

Incluso, las voces sabias ocasionalmente rinden aplicaciones y afirmaciones inexactas. Pero en nuestra prisa por seguir moviéndonos hacia adelante, a veces fallamos al chequear palabras con Dios. En vez de sentarnos en silencio con él, lo suficiente para que nos guíe, corremos en la búsqueda de soluciones tangibles.

El peligro de la impaciencia es la alta probabilidad de que nos encontremos en una cola de malas decisiones o situaciones que podrían haber sido evadidas. Dios, en Su piedad y compasión por nosotros, nunca nos da la espalda ni etiqueta nuestra vida por llegar “muy tarde.”

Salmos 56:3-4 nos recuerda, “El día en que temo, yo en ti confío. En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?”  Cuando nuestra paciencia es puesta a prueba, podemos dejar que el temor interfiera con nuestros intentos de perdonar. Nos puede tentar a tomar el control de algo que justamente le pertenece a Dios. “¿Qué puede hacerme el hombre?” Lee la voz. Nosotros también somos meros hombres y mujeres. Nuestro libre albedrío no triunfará sobre la mano omnipotente de Dios en el universo y su dirección definitiva.

Santiago 1:3 dice que “Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” Cuando hemos experimentado suficiente de la vida como para mirar atrás las formas en que Dios nos ha ayudado, podemos descansar - incluso experimentar - alegría desbordante. La fortaleza que construimos al pasar tiempo con Dios nos permite someternos obedientemente a los dones y al poder del Espíritu Santo en nosotros, incluyendo la paciencia. La voz que lee Santiago 1:3 dice, “porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse.”

Padre,

Te alabamos por los dones del Espíritu Santo, y tu palabra viva y activa, continuamente preparando nuestros corazones para parecernos a tu hijo, Jesús. La paciencia no es sencilla, pero tampoco está en nosotros el crearla. Gracias por obrar en los que no tenemos la habilidad de hacerlo. Cuando la injusticia golpea nuestra realidad, es duro dejarte tomar el primer paso. Cuando las personas en nuestra vida agregan más a la agravación, es difícil sumirnos al poder del Espíritu Santo en nosotros. Queremos tomar el control y buscar soluciones. Perdónanos por permitir que sean nuestros temperamentos quienes respondan.

Padre, Tú nos amas a la perfección y prometes defendernos. Nos escuchas y estás preocupado por nosotros. Ayúdanos a confiar en Ti en nuestras guerras y afanes del día a día. Diariamente, recuérdanos sentarnos contigo y empaparnos en la sabiduría poderosa disponible para nosotros en Tu Palabra. Ayúdanos a recordar el Salmo 56 cuando tengamos temor. Los períodos de espera muchas veces nos llevan al temor, y el temor puede nublar nuestra confianza y fe. Aun así “¿Qué nos pueden hacer unos simples mortales?” No habrá algo por lo que pasemos que tu no tengas la habilidad de ayudarnos.